martes, 1 de diciembre de 2009

09 LA HISTORIA DE JESÚS DE NAZARET
José Ramón Busto Saiz, S.J.


1. ¿Qué sabemos de Jesús de Nazaret?

Los elementos de la historia de Jesús presentados a continuación son aquellos en que estamos de acuerdo no sólo los creyentes, sino el conjunto de estudiosos que han trabajado su biografía. Es una síntesis minimalista, pero orientadora para la reflexión histórica.

1.1. El primer dato de la vida de Jesús de Nazaret es que nace en Belén o en Nazaret. El tema puede discutirse. Nace probablemente el año 6 de la era precristiana (antes de Cristo). Puede se que no fuera el año 6, pero no nació el año cero (754 de la fundación de Roma, como fijó el monje escita Dionisio el exiguo) , porque Herodes el Grande murió el año 4 antes de Cristo. Hoy todos sabemos la fecha exacta de nuestro nacimiento, cosa que no ocurría en la antigüedad. En el mundo antiguo casi nadie sabía la fecha de su nacimiento, porque no importaba. Por consiguiente, probablemente Jesús tampoco lo conocía. Hijo de María, nació de ella de forma extraña. Los evangelios dirán que fue un nacimiento virginal..

1.2. El segundo dato de la vida de Jesús es haber sido discípulo de Juan el Bautista. Probablemente vivió una larga época de discipulado con Juan en torno a Qumran, el mar muerto y el río Jordán El hecho de que Juan bautice a Jesús nos da a entender que éste fue discípulo suyo, porque el maestro bautiza a sus discípulos. En este período de tiempo con Juan, Jesús fue descubriendo su propia vocación. Es decir, Jesús no sabía de su futuro más de lo que nosotros sabemos del nuestro. Si lo hubiera sabido, no hubiera sido hombre en todo igual a nosotros menos en el pecado (cf. Hebr. 4,15). Jesús fue hombre, por tanto, no sabía lo que le iba a pasar mañana. O lo sabía igual que nosotros cuando tenemos una previsión futura de las cosas que nos van a ocurrir o que vamos a hacer. Jesús empieza a descubrir y responder a las preguntas de toda vocación: ¿quién soy yo?, ¿qué voy a hacer con mi vida?, ¿qué quiere Dios de mí? Es aquí, a la hora de responder estas preguntas, donde Jesús se va a separar de Juan. Como a la larga ocurre con la mayor parte de los discípulos, sea quien sea el maestro, Jesús también deja de identificarse con el suyo, reacciona frente a él y acaba separándose. Jesús no predicará lo mismo que Juan Bautista.

1.3. El tercer dato es la predicación de Jesús: el Reino de Dios es inminente. Juan Bautista predicaba: “la ira de Dios está cerca” (cf. Mt. 3,1-12). Jesús se separa de Juan, se independiza, y predica algo distinto: “el Reino de Dios está apunto de llegar”. Algunos de los discípulos de Juan se unen a Jesús, y éste comienza su predicación por su región, en torno a Cafarnaum, ciudad importante como centro comercial de pesca junto al lago de Galilea. Hoy estamos a años luz de la concepción que la teología liberal tenía de Jesús como un maestro de vida moral. Jesús no predicó un código de virtudes que tengamos que ejercitar. Jesús sólo predicó que la llegada del Reino de Dios era inminente: No desaparecerá esta generación sin que todo esto suceda” (Mt. 24, 34).


2. El mensaje de Jesús: el Reino de Dios

El Reino de Dios es Dios mismo; Dios mismo desde un punto de vista concreto: el de su actuación en este mundo y en esta historia nuestra. La cuestión planteada a los contemporáneos de Jesús, especialmente a los imbuidos de la mentalidad apocalíptica, es si Dios actúa en este mundo y en esta historia o no; y si actúa, cuándo lo hace o lo va a hacer y bajo qué condiciones.

Jesús predica que la llegada del Reino es inminente. Esto quiere decir que la esperada actuación de Dios en este mundo comienza ya, que ya se nota su presencia.

Jesús nunca describe el Reino de Dios. No dice qué es, ni qué significa esa actuación de Dios en el mundo. Por una razón sencilla: todo ello está descrito con suficiente claridad en el Antiguo Testamento. Algo que con frecuencia se oye decir,, hasta en la predicación (que el Dios del Antiguo Testamento es un Dios del castigo, del temor y de la Ley, y que el Dios del Nuevo Testamento es un Dios del amor y del perdón. El primero que lo sostuvo, Marción, es quizá el primer hereje de importancia en la historia de la Iglesia. El Dios del Antiguo Testamento es el mismo Dios del perdón y del amor, sino que este Dios del perdón y del amor del Antiguo Testamento empieza a actuar “desde ya”. Que ese Dios está cerca.

Ahora bien, ese Reino de Dios tiene unas características concretas. Creo que tres son las principales. La primera es que el Reino de Dios está vinculado a la persona de Jesús. De aquí va a surgir un punto de conflicto en la vida de Jesús. La pertenencia al Reino de Dios, es decir, el dejar que Dios actúe sobre uno, se vincula a la aceptación de esta predicación que Jesús hace Fijémonos con qué frecuencia aparece en el evangelio la siguiente pregunta de los judíos a Jesús: “Tú, ¿con qué autoridad haces eso?” (Mt. 21, 23-27). Tenemos aquí recogida una realidad histórica sufrida por Jesús, ya que está atestiguada en todos los escritos: la actitud de los judíos que piden a Jesús una prueba que legitime su mensaje como procedente de Dios.
Frente a esa actitud de los judíos está la vivencia de filiación respecto a Dios por parte de Jesús. (Es ésta una pregunta que todo el mundo hace, en cuanto se inicia en el estudio de la persona de Jesús, y que ahora no voy a tratar: ¿sabía Jesús que era Dios? Podemos decir que Jesús sabía que era Hijo de Dios. El hombre Jesús va adquiriendo a lo largo de su vida, cada vez más clara, una conciencia de su relación con Dios, que es una relación de filiación peculiar e irrepetible). En el fondo, ¿por qué sabe Jesús que el Reino de Dios está cerca? Lo sabe porque lo experimenta en su oración, en su relación con Dios. (...)

La segunda característica es que Jesús subraya especialmente un aspecto: que el Reino de Dios llega para todos y llega gratuitamente. Eso, en parte, está ya en el Antiguo Testamento. La novedad de Jesús consiste en que hace una interpretación sesgada del Antiguo Testamento, mientras que otros (por ejemplo, los fariseos y saduceos) lo interpretan también sesgadamente, pero en otra dirección. La idea de Jesús es que Dios nos quiere independientemente de cuál sea nuestra actuación. Eso es lo que significa que Dios es nuestro Padre, que es amor incondicionado. De lo cual no se puede deducir que dé lo mismo cuál sea nuestro comportamiento. Al revés: precisamente porque Dios nos quiere sin condiciones -es decir, también independientemente de lo que hagamos-, es por lo que nosotros nos sentimos apremiados a corresponder con todas nuestras fuerzas al amor incondicionado de Dios.

La tercera característica, consecuencia de la anterior, es que los primeros destinatarios del Reino de Dios, según Jesús, son los pobres. Por “pobres” hay que entender, primero, aquellos a quienes todo el mundo lama pobres, es decir, los que no tienen dinero, los que no tienen para comer, los pobres. ¿Por qué son los primeros? Porque, en la concepción veterotestamentaria, la riqueza es una bendición de Dios, quien es pobre no posee esa bendición. Jesús, en contra de la concepción dominante, afirma que la bendición de Dios, su Reino, esa actuación de Dios que ya está llegando, viene preferencialmente para todos aquellos que parecen estar dejados de su mano.

Pobres son también los enfermos, que en la concepción judía contemporánea no tienen la bendición de Dios. Precisamente por eso están enfermos. Si Dios los quisiera, estarían sanos. Pobres son los marginados de la sociedad, término correlativo al concepto de cumplimiento de la ley. Téngase en cuenta que con mucha frecuencia el pobre está realmente impedido de ser buen cumplidor de la ley, aunque sólo sea por la imposibilidad, por razones económicas, de procurarse todo lo necesario para ofrecer los sacrificios prescritos en la Ley. El hombre que cumple la Ley es el hombre integrado en la sociedad judía; por tanto, el que no cumple la Ley es el desintegrado, el marginado. Pobre es el huérfano menor de doce años, la viuda sin hijos; ambos carecen de “personalidad jurídica”, no pueden ir a un tribunal a reclamar una tierra como suya. Pobres son las prostitutas. Estas, por definición, no cumplen la ley, son mujeres sin marido ni hijos que las representen; son el ejemplo eximio dela marginación. Pobres son los publicanos. Publicano es el que está en el “telonio”. Ahora bien, “telonio” es un término que significa tienda (carpa), con el que los textos lo mismo se pueden referir a la tienda de recaudación de impuestos para los romanos como a la taquilla donde se cobra la entrada en una casa de prostitución. Así pues, los publicanos a lo mejor no son los recaudadores de impuestos, sino los lenones. Fijémonos en cuán frecuentemente aparecen citados juntos en el evangelio los publicanos y las prostitutas.

Una de las parábolas más típicas de las empleadas por Jesús para referirse al Reino es la parábola de los invitados al banquete de bodas (Lc. 14, 15-24; Mt. 22, 2-10). Las parábolas del banquete constituyen una categoría exegética. Todas empiezan: “el Reino de Dios se parece a...”; incluso, quizá alguna de ellas la pronunció Jesús durante alguna de sus comidas con los pobres y marginados. Pues bien, según la mencionada parábola, hay algunos comensales que están invitados por su propio derecho: el pueblo judío, teóricamente cumplidor de la ley. Pero estos invitados no quieren ir al banquete, es decir, rechazan el don gratuito del amor de Dios que es el Reino. Entonces el rey manda salir a los caminos para invitar a todos, tanto a los buenos como a los malos. Todos están llamados ahora al Reino, a disfrutar del amor gratuito e incondicional de Dios. También todos los que no cumplen la ley y todos los que parecía que estaban dejados de la mano de Dios: pobres, prostitutas, pecadores, publicanos, enfermos, hasta los paganos. Todos, todos.


3. La muerte de Jesús: aproximación histórica

Todos conocen los relatos de la expulsión de los mercaderes del templo. Lo tenemos narrado en los cuatro evangelios: Mateo 21, Marcos 11, Lucas 19 y Juan 2. Salta a la vista que mientras que Juan lo coloca al principio, los otros evangelistas lo hacen al final. ¿Ocurrió al principio o al final de la vida de Jesús? Ciertamente, al final. Ciertamente también se nos informa que esa acción de Jesús fue la causa por la que los judíos empezaron a buscar una ocasión para matarlo.

La acusación que se esgrime contra Jesús (Marcos y Mateo) es: “Se presentaron dos testigos falsos que decían `hemos oído que éste dijo: voy a destruir el templo y en tres días lo reedificaré´”. Por tanto, según esos dos evangelistas, la acusación ante Caifás es precisamente la de haber amenazado con destruir el templo.

En los evangelios de Marcos y Mateo, la bula de los judíos en la cruz se formula diciendo: “éste, que ha dicho que podía destruir el templo y reedificarlo en tres días, a sí mismo no puede salvarse”.

Además, en los evangelios de Marcos y de Mateo, y dos veces en el de Lucas, aparece una profecía de Jesús que tiene lugar al subir a Jerusalén Jerusalén está a unos 800 m.s.n.m., asentada en una colina. Desde las colinas de enfrente, los discípulos dicen a Jesús: “mira qué hermosura de templo tenemos...; y Jesús contesta: ¿ven todas esas maravillas?; no quedará piedra sobre piedra (Lc. 19, 44; 21,6 y par.). Hay que tener en cuenta que esto que dice Jesús es una profecía. No es una adivinación. Cuando jugamos la tinka, ponemos lo que creemos que va a pasar, sin que nos comprometa vitalmente. Cuando Jesús dice que no va a quedar piedra sobre piedra, está lanzando una maldición contra el templo. Además, para los judíos, la presencia de Yavé en el templo de Jerusalén es, por decirlo de alguna manera, como el segundo dogma de su religión. El primero es que Dios sólo hay uno. El segundo es que ese único Dios vive allí. Decir que el templo va a ser destruido quiere decir que la casa de Dios va a ser destruida o, dicho de otra manera, que Dios va a dejar de vivir allí. Y, por tanto, Jesús está atacando una verdad fundamental de la religión judía.

Si leemos los Hechos (6,14), al plantearse el proceso del primer mártir cristiano, Esteban, es acusado de haber dicho que Jesús, a quien acababan de crucificar pocos años antes, volvería para destruir el templo, lo que estaban esperando los cristianos. Evidentemente, la profecía de Jesús no se había cumplido todavía.

Un último texto: en el capítulo 21 del Apocalipsis, cuando se describe la Jerusalén celestial, la nueva ciudad, dice: “Ven, te voy a enseñar a la novia, a la esposa del cordero; le mostró la ciudad santa de Jerusalén que bajaba del cielo junto a Dios vestida como una novia”; va describiendo la ciudad, y añade: “y no vi santuario” (Apoc.21,22). Así pues, en la nueva Jerusalén no habrá templo.

En resumen: a lo largo del Nuevo Testamento, tenemos muy atestiguada la unión de estas tres palabras: Jesús - templo - destrucción. De acuerdo con los criterios de historicidad, hay que mantener que Jesús tuvo algo que ver con la idea de la destrucción del templo.

Pero ¿qué hizo Jesús en el templo? En el templo hay un patio. En ese patio se venden palomas y ovejas, animales para el culto. También se cambia dinero. El dinero impuro de los peregrinos que vienen de todo el Mediterráneo es cambiado por dinero puro de su tierra para hacer ofrendas en el templo.

El patio en torno al templo (atrio de los gentiles), está abierto a todo el mundo. Después viene el atrio de las mujeres, donde sólo pueden entrar las mujeres judías. Luego está el atrio de los israelitas, donde pueden entrar los varones israelitas mayores de doce años y, en principio, sin defecto físico y sin impureza. ¿Por qué? Quien es ciego, evidentemente no tiene la bendición de Dios, ¿cómo va a ser digno de presentar la ofrenda? Después viene el atrio de los sacerdotes, y por último el “Sancta Sanctorum”, o Santísimo, donde sólo puede entrar una vez al año el Sumo Sacerdote, en la fiesta de la Expiación.

Cuando Jesús entra en el templo, derriba las mesas de los cambistas y expulsa a los vendedores de palomas y de ovejas, lo que hace es impedir el funcionamiento del sistema cultual judío. Macos dice: “Volcó las mesas de los cambistas y los puestos de los vendedores de palomas y no permitía que nadie transportase cosas por el templo... y al atardecer se marchó fuera de la ciudad”. Lo que Jesús hace es un gesto profético con el cual viene a pronunciarse así: este sistema cultual no es el sistema cultual que Dios quiere y, por lo tanto, no pueden seguir ofreciendo a Dios sacrificios de esta manera.

Los evangelistas interpretan lo que Jesús hace, según los textos del Antiguo Testamento: “Mi casa será casa de oración para todos los pueblos (Is. 56,7); “pero ustedes la han convertido en casa de bandidos” ( Jer. 7,11). Lo más probable es que Jesús no dijera ninguna frase ni citara la Biblia: nadie arrea ovejas citando textos bíblicos (y menos en una extensión de miles de metros cuadrados). Juan cita el Salmo 69,9-10 y Zac. 14,21 libremente.

En estas citas está el nudo de la cuestión. Leer el contexto de Isaías (56,1-7) y Jeremías (7,1-11) nos traen la imagen del Reino de Dios: cuando lleguen los tiempos mesiánicos, los extranjeros y los eunucos podrán ofrecer sacrificios en la casa de Yavé; el verdadero culto a Dios exige que no haya distinción entre judíos ni extranjeros, hombres ni mujeres, entre sanos ni no sanos, es decir entre gente que se supone tiene la bendición de Yavé y gente que no la tiene. Lo que no se puede hacer es haber convertido el templo en cueva de bandidos. Los bandidos no son vendedores ni cambistas, sino los que van a rezar al templo porque así tranquilizan su conciencia después de haber matado, adulterado y oprimido al pobre antes de entrar allí.


(Texto modificado de: Cristología para empezar. Ed. Sal Terrae. Santander)
CRONOGRAMA POSIBLE DE LA VIDA DE JESUS

En base a los datos de los historiadores, sobre los que hay acuerdos básicos de aceptación, podemos establecer el siguiente cuadro. Conviene elaborar una línea de tiempo y tener en cuenta que las estaciones en Palestina son inversas a las nuestras, como corresponde al hemisferio norte:

Fecha aproximada: Acontecimiento:
Año 6 o 5 antes de nuestra era (AC) Jesús nace en Belén o Nazaret
(en tiempo de Herodes el Grande).

....................... [VIDA OCULTA]

Otoño del año 27 Predicación de Juan el Bautista
Invierno del año 28 Bautismo de Jesús
Primavera - Abril del año 28 Pascua en Jerusalén
Verano del año 28 En Samaría
Otoño
Invierno
Primavera del año 29
(Cerca de la Pascua) Multiplicación de los panes
Verano
Otoño - Septiembre del año 29 Jesús en Jerusalén en la fiesta de las Tiendas (carpas)
Invierno
Primavera - Abril del año 30 Ultima cena
7 de abril del año 30 Jesús muere el viernes 14 del mes de Nisán
9 de abril del año 30 RESURRECCIÓN


Las estaciones en Palestina

Meses Referencia (hemisferio sur) Palestina (hemisferio norte)
Septiembre – Diciembre Primavera Otoño
Diciembre – Marzo Verano Invierno
Marzo – Junio Otoño Primavera
Junio – Septiembre Invierno Verano


Los meses judíos del calendario judío son de 28 días, por corresponder al calendario lunar.

08. En qué mundo nació Jesús

08. EN QUÉ MUNDO NACIÓ JESÚS


Jesús nació y creció en un determinado país que tenía su propia lengua, costumbres e identidad. Cuanto más sepamos cómo se vivía en

tonces, mejor entenderemos al propio Jesús.

1. Palestina

El pueblo judío había sido conducido a Palestina, llamada entonces Canaán, en tiempo de Moisés. La conocían como la tierra prometida.

El ámbito de Palestina en tiempos de Jesús se extendía 200 kilómetros de norte a sur y 80 kilómetros de este a oeste. Se necesitaban cinco días para ir andando de Nazaret a Jerusalén; el transporte se hacía con animales de carga, como los asnos, o en carros tirados por bueyes.

Esta pequeña tierra ofrecía una pasmosa variedad de paisajes. Galilea era verde y rica. con perenne arboleda y seguros manantiales de agua. Es difícil imaginar mayor contraste con Galilea que la zona del mar Muerto, con sus desiertos y su calor sofocante, sólo 96 kilómetros al sur. El suministro y las reservas de agua son algo vital. Así, construían las ciudades en torno a manantiales o pozos, y el agua potable o de regadío se conservaba en cisternas y depósitos.


Límites políticos

Palestina estaba fraccionada en varias áreas políticas. Galilea, al norte, era la patria de un cierto número de grupos nacionalistas furiosamente hostiles a la dominación romana. Judea, en tiempos de Jesús, era una provincia de tercera categoría del Imperio romano, gobernada por un procurador de Roma. Samaría constituía una zona dentro de los límites de Judea. Los samaritanos procedían de un tronco judío, pero, en tiempo de Jesús, los judíos los odiaban por sus posiciones religiosas y políticas. Alrededor de estas regiones judías había otros estados políticos, la mayoría de ellos gentiles.


2. La dominación romana

El hecho dominante de la vida política en tiempos de Jesús era que los romanos poseían un control total. Eso significaba que Israel era un territorio ocupado, que pagaba tributos a una potencia
extranjera y era objeto de constante humillación por las fuerzas ocupantes.

El propio Jesús aludió varias veces a la opresión romana. En una ocasión dijo a sus seguidores: A quien te requiera para caminar una milla, acompáñalo dos. (Mt. 5,41). Un soldado romano podía en cualquier momento obligar a un ciudadano judío a llevarle su carga una determinada distancia. Ordenanzas de este género suscitaban fuerte resentimiento entre los judíos. Odiaban la ley romana y cuanto ésta implicaba para su modo de vivir.

Recordemos que los Sumos sacerdotes Encarnaban la máxima autoridad: presidentes del Sanedrín y jefes del pueblo. También eran los responsables del Templo y del - --Cumplimiento de la Ley. Eran nombrados por el gobernador romano y pertenecían a las familias más nobles del pueblo.

En los tiempos del nacimiento de Jesús, había en Palestina cuatro principales grupos religiosos y políticos: saduceos, fariseos, zelotes y esenios.


3. Los saduceos

Según se dice, su nombre viene de Sadoc, sacerdote ligado a la historia del rey David y las dificultades de su sucesión (2 Sam 20,26; 1Re 2,12.35). Los descendientes de Sadoc se mostraron como sacerdotes legítimos durante el destierro y cuando la restauración. Lo malo es que, cuando fue tomada Jerusalén, aparecieron otros sacerdotes nuevos que también pretendían ser descendientes de Sadoc. Hubo que hacer genealogía al volver del destierro, sin lograr eliminar por completo a los intrusos.

En el siglo II, cuando la rebelión de los macabeos (cuya historia influye mucho en los tiempos de Cristo), el cargo de sumo sacerdote se convirtió en una fuerza política que los reyes de Siria (Antíoco) quisieron controlar. Las familias se decidieron entre los que aceptaban el poder extranjero y los que lo rechazaban. La guerra general puso en vilo a la población. Cuando la familia sacerdotal de los macabeos (los asmoneos) toma el poder en el 142, se rodea de un grupo aristocrático de sacerdotes y de laicos, defensores de la independencia nacional y de las tradiciones.

Este grupo dirigido por los sacerdotes (llamados entonces hijos de Sadoc) interviene como grupo establecido ya en el siglo II en la vida política, en el entorno del sumo sacerdote (que es jefe de la nación) y en el sanedrín (consejo de notables encargados del gobierno político y religioso). El término de saduceos acabó designando a un partido que se reclutaba en la clase sacerdotal y en la nobleza laica.

Su posición política estaba caracterizada por tres aspectos:
a. Un fuerte conservadurismo, apegado al templo y a las tradiciones antiguas. Los saduceos fomentan una política nacionalista hasta la llegada de los romanos (63 a.C.). Herodes los trata con desdén. Envidiosos de Herodes, chocan también con los fariseos. Herodes disminuye sus poderes, pero los cubre de honores. Se convierten en funcionarios del culto.

b. El poder procura conservarse: hábiles y tácticos, saben abrirse paso hacia el exterior. Por eso acogen la cultura griega, el comercio exterior y las relaciones de negocios; son conciliadores con los romanos (excepto cuando Pilato echa mano del oro del templo). En resumen, su apertura está dentro de la lógica de su conservadurismo.

c. Están alejados del pueblo. Poco numerosos, pero con mucho poder.

Los saduceos en su doctrina son conservadores; se atienen a la fidelidad a las palabras de la Escritura en contra de la tradición oral -por tanto abierta- de los fariseos. Los sacerdotes son para ellos los únicos intérpretes auténticos de la ley. Se oponen a que los laicos interpreten la fe (y los fariseos son laicos). Rechazan la evolución doctrinal como la inmortalidad del alma, la retribución en el más allá y la resurrección (Mt 22,23; Hch 23,8), para defender una especie de vida vegetativa después de la muerte (el seol). Se trata en el fondo de rechazar las tradiciones particulares de todo lo que no está en la Escritura. La tradición no tiene fuerza de ley. Los saduceos aplican un código penal muy estricto. Hay también escribas saduceos.

Escépticos ante los mesianismos populares que corren el peligro de alterar el orden público (Jn 11, 45-53), parece ser que los saduceos fueron los responsables de la muerte de Jesús, a quien tomaron por un mesías político (Jn 19,15).


4. Los fariseos

Son a la vez un partido político y una tendencia religiosa. Su nombre parece ser que viene del verbo parasch (hebr.) que significa separar, hacer rancho aparte.

Al morir Alejandro Magno (323 a.C.), su imperio se dividió entre sus generales. Uno de ellos fundó un reino en Siria, con la capital en Antioquía (hoy Antakya, en Turquía). Uno de sus descendientes, Antíoco Epífanes, quiso imponer a los judíos las leyes inspiradas en la legislación griega. Entonces la gente piadosa, devota de la ley judía, se rebeló, uniéndose a Matatías Macabeo y a sus partidarios.

Al triunfar la rebelión judía, esos piadosos personajes se agruparon en núcleos religiosos y políticos con los escribas (laicos), formando asociaciones encargadas de hacer respetar la ley y el culto. Su influencia fue muy grande por el 135-103 a.C. debido a la cohesión de sus grupos. A partir del año 63 a.C., declina su influencia política, cuando la ocupación romana. Herodes el Grande apreció su influencia y evitó atacarles de frente, dado que sus ideas penetraban incluso entre sus domésticos y cortesanos, y hasta en su propio harén. Sin embargo les impuso el juramento de fidelidad a él mismo y a Augusto. Ante su negativa (un historiador judío del siglo Y calcula que más de 6 000 se negaron a prestar juramento a Herodes el Grande), mató a muchos de ellos. Entonces el poder político pasó a manos de los saduceos hasta la rebelión del 66-70 d.C.; al caer Jerusalén en manos de Tito (10 de agosto del año 70: incendio del templo), los fariseos fueron los campeones del renacimiento de la nación. Escritos después del año 70, los evangelios tienden a confundir a los fariseos con los escriba; se trata de dos grupos distintos, aunque algunos escribas sean fariseos.

Para entrar en la corriente farisea, después de un tiempo de probación que varía de un mes a un año, basta con comprometerse a seguir las reglas de la asociación sobre pureza ritual, ayunos, diezmos y otras costumbres religiosas (Lc 18, 11-12).

Proceden de todas las capas sociales: comerciantes, artesanos, sacerdotes, escribas. Los sacerdotes del templo están muy ligados a este movimiento, ya que desean imponer a todos los judíos las reglas de pureza ritual de los sacerdotes. De ordinario son gente humilde, virtuosa, irreprochable, pobre, desinteresada. Se preocupan de liberar a su pueblo y de ayudar a los pobres; un medio útil de propaganda para ellos es hacer visibles sus gestos de caridad (Mt 6,2).

Su ideal de pureza los lleva a condenar a la nobleza conservadora que sigue a Herodes, los saduceos, debido a la ilegitimidad del sumo sacerdote, así como al pueblo ignorante ( los hombres de la tierra no se muestran a menudo fieles a la observancia de la ley y el pago de los diezmos).

Gozan de gran simpatía y son influyentes en las sinagogas. Pablo fue fariseo (Gal 1,14; Flp 3,5). Podemos comprender su posición social en el siguiente esquema:

Agrupados en asociaciones de diversas tendencias, los fariseos se reúnen en asambleas por pequeños grupos, generalmente para las cenas en común de los viernes. Suelen estar dirigidos por algunos escribas de los más instruidos. Su ideal es hacer de Israel un pueblo santo, como los sacerdotes (Ex 19,6), separado de los pecadores (Lv 11,45). El rigor de sus normas (Mc 7,3-4) les obliga a evitar todo contacto con los pecadores y con toda persona cuya conducta pueda llevar a desobedecer la ley. Al rechazar todas las barreras, Jesús choca con ellos (Mc 2,15-17).

Además de la ley escrita a la que se atienen estrictamente los saduceos, los fariseos aceptan la tradición oral, aunque a veces resulta excesiva (Mt 15,1-20). Pero el hecho de aceptar la tradición oral les permite adaptarse, abrirse. Profesan la igualdad de todos y la libertad del hombre; creen en la inmortalidad del hombre y en la resurrección (Hch 23,6-10). Decepcionados de la familia de Herodes, ponen sus esperanzas mesiánicas en la observancia de la ley; siendo fieles a ella apresuran la llegada del mesías. Los echa a perder su orgullo, su empeño en sentirse justos. Lo saben muy bien los mejores, que distinguen siete clases de fariseos intentando ser los fariseos del amor que tienen como modelo a Abraham. Para ellos no basta con llevar en la frente una cajita de cuero con un versículo de la ley (filacterias) o un versículo apretado en el brazo izquierdo (cerca del corazón); Dios quiere un culto interior, verdaderamente cordial.

Jesús está muy cerca de estos últimos. Lo condenaron en nombre de la autoridad divina que ejercía. Pero los fariseos no están presentes en los relatos de la pasión; esta clase de procesos corresponde a los sacerdotes y a los saduceos.


5. Los zelotes

Esta palabra se deriva del griego y significa lleno de celo (por la ley).

La aparición de este grupo supone dos orígenes muy diversos. Por un lado, hacía tiempo que rondaban por Galilea bandas de atracadores sólidamente instaladas en las montañas. Estos bandidos controlaban incluso los caminos de peregrinación hasta cerca de Jerusalén. Gobernador de Galilea en el 47 a.C., Herodes les hizo la guerra sin cuartel y los exterminó, asegurando así la tranquilidad de los caminos. De ahí viene el nombre de bandidos y bandoleros con que a veces se motejaba a los zelotes.

Pero por otra parte, Galilea fue el lugar de una continua insurrección nacionalista, de tipo extremista y muy rigurosa en el plano religioso. Esta efervescencia crecía ante la creciente compra de terrenos que realizaban los extranjeros y la instalación d poblaciones griegas en las ciudades construidas o restaurada por Herodes.

Siguiendo el estilo de los bandidos, los rebeldes se organizaron el año 47 a.C bajo las órdenes de Ezequías de Gamala contra el poder de Herodes en Galilea. Herodes lo capturó, lo mató y dispersó a sus partidarios. El sanedrín, indignado por la violencia de aquella expedición de castigo y aprobando en parte sus motivaciones religiosa, quiso condenar a Herodes, que no le perdonó jamás esta osadía (después del año 31, Herodes hizo matar a 45 miembros del sanedrín favorables a la antigua familia sacerdotal de los asmoneos).

Cuando murió Herodes el Grande (4 a.C.) y volvió a hacerse un censo en Judea para restablecer los impuestos (las reformas prosiguen del 4 a.C. al 6 d. C., bajo Quirino, legado de Siria), Judas el galileo, hijo de Ezequías se rebeló (Hch 5,37) y se apoderó del arsenal de Séforis; armó a sus huestes y sembró desconcierto por toda Galilea. Algunos lo tomaron por el mesías. Los romanos ayudarán a Antipas a restablecer la calma; Antipas restauró a Séforis.

La agitación no llegó a calmarse por completo. La guerra se fue imponiendo poco a poco. El movimiento nacional se iba exacerbando. El nombre de zelotes aparece en el año 66, pero el movimiento se remonta más arriba. El apóstol Simón el zelote forma parte de ellos (Mt 10,4). Jesús no acepta la ideología extremista de los zelotes (Mt 10,16). En noviembre del año 66, un jefe zelote, Juan, se apodera de Jerusalén; la rebelión se convierte en guerra abierta. Incendian los archivos, sobre todo las listas de deudas.

Nota.- Los Sicarios: viene del latín sica (puñal). Sicario significa asesino. Estos apuñaladores actúan contra Roma sobre todo durante las fiestas y las aglomeraciones de gente (recuérdese a Barrabás: Lc 23,19). El apóstol Judas (algunos relacionan la palabra iscariote con sicario, aunque se trata de una etimología dudosa) habría formado parte de este grupo y habría traicionado a Cristo, desengañado al ver cómo Jesús se negaba a ser el mesías zelote (paga el impuesto, en contra de lo que hacían los zelotes: Mt 17, 24-27).


6. Los esenios
(La comunidad de los manuscritos del Mar Muerto)

Esta palabra, que no aparece en la biblia, parece ser que viene de hasin (hebr.): los (hombres piadosos). Entre ellos se daban el nombre de los elegidos, los santos, los pobres, los hijos de la luz.

Lo que se sabía de los esenios se ha visto muy incrementado con el descubrimiento en 1947 de los manuscritos ocultados en unas cuevas cerca del mar Muerto. Después del 170 a.C., un personaje (el doctor de la justicia) es desterrado por el sumo sacerdote de Jerusalén, jefe del pueblo. Funda entonces la comunidad de Qumrán. El 21 de junio del 68 d.C., los romanos toman Jericó y atacan Qumrán. Ocultan los manuscritos en las cuevas.

En el desierto, cerca del mar Muerto, apartada de los caminos y de las ciudades, alrededor de unos pozos (y de unas grandes cisternas) vivía una comunidad de hombres y mujeres que rechazaban la poligamia, el divorcio y el culto en el templo de Jerusalén (por no haber aceptado el antiguo calendario, los ritos antiguos y por haber cambiado las familias de donde salían los sumos sacerdotes).

Era una comunidad muy jerarquizada: en la cima, los sacerdotes, que tienen todo el poder; luego, los levitas, los jefes laicos y los demás miembros. La obediencia era la condición absoluta de pertenencia al grupo. Los esenios eran unos 4 000; formaban varias comunidades; entre ellos había muchos célibes. En Egipto se instaló una comunidad de ellos (los terapeutas o curanderos) y otra en Damasco.

El jefe, llamado también inspector, tiene entre 30 y 50 años; es el padre de la comunidad. Se le manifiestan las faltas cometidas; acoge a los candidatos e incluye a los nuevos miembros. Excluye a los que no se conforman al reglamento. Los escribas explican la ley.

Esta comunidad espera una liberación militar por medio de un gran mesías justiciero. Purificándola de paganos y de malos judíos, este mesías inaugurará con ella una vuelta al paraíso. Entonces les gobernará un segundo mesías, el hijo de Aarón más importante (o sea, un sumo sacerdote).

La comunidad guarda una fidelidad estricta a Dios, a la alianza, a la ley de Moisés, a los sacerdotes, a las familias sacerdotales tradicionales. Mantiene el antiguo calendario, rechaza cualquier tipo de componendas con la ley y exige a todos una pureza ritual tan grande como la exigida al sumo sacerdote. De ahí las numerosas abluciones.

Los candidatos solicitan el ingreso. Durante dos años son novicios y se van introduciendo progresivamente en la comunidad y obedeciendo a sus reglas. Cuando es admitido, el candidato cede al grupo todos sus bienes. Los desobedientes quedan excluidos temporalmente o de forma definitiva.

El trabajo manual goza de gran consideración. Por la tarde se estudia la Escritura. Son muy importantes las comidas en común.

Su doctrina divide el mundo en dos partes: los buenos y los malos. Los buenos viven para siempre y los malos mueren para siempre. Las faltas personales quedan purificadas por las abluciones en el baño y por el ayuno.

Considerados como personas rigurosas, austeras y decididas, Herodes el Grande no les impuso el juramento de fidelidad, porque su regla les prohíbe jurar.

Los textos de los esenios (los manuscritos del mar Muerto) contienen copias de los libros del Antiguo Testamento, comentarios de los profetas, así como las reglas y las preces de la comunidad. No hemos de exagerar los vínculos entre los evangelios y los esenios de Qumrán; se reducen al nivel de las palabras (hijos de la luz) y al plano de la simpatía que inspira su rectitud. Pero el evangelio rechaza su dureza y su concepción de un mesías justiciero: Jesús anuncia el perdón y el amor.

Nota.- El movimiento bautista.- En tiempos de Jesús hubo varios movimientos populares que anunciaban la salvación a todos mediante una inmersión (bautismo) en agua corriente, incluso a los pecadores y a los paganos. Se formaron varios grupos (véase Juan Bautista: Hch 19,1-5) que se extendieron hasta Mesopotamia e Irán:
- bautizan para limpiar los pecados y anunciar la proximidad del mesías;
- rechazan los sacrificios cruentos del templo.