domingo, 12 de julio de 2009

06. El Islam



I. INTRODUCCION
En la actualidad existen alrededor de 800 millones de musulmanes. Pese a la ubicación a lo largo de una faja de anchura variable, que abarca desde el Africa Atlántica - Sahariana hasta el de las islas asiáticas orientales, asimismo hay una comunidad muy amplia de musulmanes de raza negra en América del Norte. Se trata de un fenómeno de rango, categoría y dimensiones universales. Es un fenómeno multiracial, intercontinental, e incluso pluricultural. El Islam ha generado y sustentado una de las culturas más sobresalientes de la humanidad.

Desde nuestro subcontinente americano podría parecer de escasa importancia por la lejanía geográfica. Sin embargo esa lejanía se ha relativizado cuando se asume una perspectiva geopolítica actual y sobre todo al oir la voz de la Iglesia en el Concilio Ecuménico Vaticano II:

“El designio de salvación abarca también a aquellos que reconocen al Creador, entre los cuales están en primer lugar los musulmanes, que, confesando profesar la fe de Abraham, adoran con nosotros a un solo Dios, misericordioso, que ha de juzgar a los hombres en el último día” ( ).

“La iglesia mira con aprecio a los musulmanes que adoran al único Dios viviente y subsistente, misericordioso y todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, que ha hablado a los hombres y a cuyos ocultos decretos procuran someterse con toda el alma, como se sometió a Dios Abraham, de quien la fe islámica gusta hacer referencia. Veneran a Jesús como profeta, aunque no lo reconocen como Dios; honran a su madre virginal, María, y a veces también la invocan devotamente. Esperan, además, el día del juicio, cuando Dios recompensará a todos los hombres una vez que hayan resucitado. Aprecian, por tanto, la vida moral y honran a Dios, sobre todo con la oración, la limosna y el ayuno”( ).

Debemos comenzar nuestro acercamiento aclarando algunos términos. Islámico o musulmán no significan lo mismo que árabe. Arabe es la denominación de una raza: la de los habitantes de Arabia fundamentalmente. La palabra musulmán significa “el que vive su vida de conformidad con la voluntad de Dios” En relación con esto, Islam significa sumisión a Dios.


II. MAHOMA Y LA UMMA
Mahoma o Muhammad, nació en el año 570, pertenecía a una de las diez familias que gobernaban hereditaramente La Meca, ciudad famosa por su riqueza, su administración y su templo: la Ka’ba, de la que se decía que había sido construida por Adán y reconstruida por Abraham. Todos los años acudían turbas de peregrinos de toda Arabia a venerar el templo, y especialmente su piedra negra angular o el fresco que representaba al niño Jesús y a su madre María.

Los mequíes adoraban a un Dios único -aunque rendían culto a los 360 ídolos que rodeaban la Ka’ba-, conocían a Jesús y vivían como hombres justos y generosos.

Mahoma era piados, honrado y generoso. Desde los 25 se retiraba, el mes de Ramadán, a unas millas de La Meca, a la cueva de Hira; allí pasaba varias semanas meditando. Alrededor de los 40 años tuvo una experiencia que desconcertó su vida hasta entonces bastante vulgar. Tuvo una visión en que se le apareció en ángel Gabriel, repitiéndole: “Recita: Yo soy Gabriel, el ángel que Dios envía a anunciarte que te ha escogido por mensajero encargado de llevar a los hombres su revelación”. El primer mensaje decía: “Lee en el nombre de tu Señor, que creó al hombre de un coágulo. Es tu Señor, el más noble, el que enseña al hombre lo que no sabe”.

Su mujer Jadiya, su hijo adoptivo Zaíd, su primo Alí, su amigo fiel Abú Bakr y Omar creyeron en esta revelación. Tres años soportó la risa de la gente, al cabo de los cuales se le volvió a aparecer Gabriel: “Tu Señor no te ha abandonado... No oprimas al huérfano. No rechaces al mendigo. Narra el beneficio de tu Señor”. Volvió a La Meca predicando dos temas fundamentales: el de un Dios único y justiciero al que hay que someterse, y el de un juicio último después del cual resucitará el hombre. La gente sencilla lo escuchó y siguió. Los ricos mequíes se indignaron y lo persiguieron y declararon fuera de la ley. Huyó a Yatrib (posteriormente Medina-al-Nabi o ciudad del profeta) el 12 rabi (24 de septiembre) del año 622. Este año se convirtió en punto de partida del nuevo calendario: el año 1 de la Hégira (emigración, expatriación). Mahoma tenía 52 años. La ruptura, el éxodo, fue también para él un primer paso de experiencia religiosa.

Las tribus del desierto, vivían en conflicto de poder y sin autoridad definida. El profeta propuso que se entendieran para tener una autoridad común. Elegido por mayoría, dio a la Umma (comunidad de los creyentes) una especie de constitución. El año 2 hubo una batalla entre 950 mequíes y 300 “creyentes”. El triunfo de estos fue considerado “el día decisivo”. Hubo sucesivos conflictos, hasta que La Meca, cercada completamente, cayó en manos de los “creyentes”. Se destruyó los ídolos, pero se proclamó la amnistía. Afianzando su autoridad sobre la mayor parte de Arabia, Mahoma se dirigió contra Siria y contra el imperio bizantino de Heraclio, acusado de haber dado muerte a los embajadores del Islam.

El 8 de junio del año 632 (13 rabi del año 9) Mahoma murió en Medina atacado por una fiebre. La mayor parte de estos acontecimientos y de las prescripciones se encuentran en los textos que el profeta fue dictando durante este tiempo. El Corán, libro de la nueva fe, es también el reflejo de una vida, de sus combates, y de una obra.

Al morir Mahoma, toda la península arábiga, hasta Irak y Palestina -3 millones de Km2- compartía esta fe, obedecía las leyes del profeta y miraba hacia La Meca para orar. La Umma (comunidad religiosa internacional) organizada por Mahoma quedaba para siempre estructurada como única (igual que Dios es uno), igualitaria (ante Dios todos los creyentes son iguales: servidores), laica (de seglares: no hay jerarquía ni sacerdotes) y teocrática (dado que su ley -el Corán- procede directamente de Dios.


III. HADITH ( ) EN FORMA DE CUENTO PIADOSO

"Cierto día, cuenta Omar, estando nosotros sentados junto al Enviado de Dios, apareció ante nuestros ojos un hombre vestido de un blanco resplandeciente y de cabellos negros, negros como el azabache, sin el menos indicio en sus vestiduras de haber viajado, y nadie lo conocía. En cuanto se sentó junto al profeta, apoyó las rodillas contra las del enviado y puso las palmas de sus manos sobre los muslos de éste último.

- Oh Mahoma -le dijo-, infórmame sobre el Islam.
- El Islam consiste -respondió el Enviado de Dios-, en que des testimonio de que no hay más Dios que Dios y Mahoma es el Enviado de Dios; en que cumplas la oración ritual (salat), que pagues la limosna legal (azaque); que ayunes durante el mes de Ramadán (Syam Ramdam) y que vayas en peregrinación a la Casa de Dios (Hay) si te es posible.
- Bien dicho, -dijo el desconocido.

Nosotros estábamos desconcertados de verlo interrogar al Profeta y darle su aprobación.

- Infórmame sobre la Fe - insistió el recién llegado.
- La Fe consiste -respondió el Profeta-, en creer en Dios, en sus Angeles, en sus Libros, en sus Enviados y en el Juicio Final; en creer en el Destino, que trae el Bien o el Mal.

- Bien dicho, -dijo el hombre-. Infórmame sobre la beneficencia (ihsan).
- El ihsan consiste en servir a Dios como si lo vieras; pues si tú no lo ves, El sí te ve.
- Infórmame sobre la última Hora.
- El interrogado sobre la última Hora, no es más sabio que el que pregunta.
- Infórmame sobre sus signos precursores.
- Será cuando la esclava de a luz su propia ama, cuando los miserables, los descalzos, los desnudos, los pastores rivalicen elevando altas construcciones.

Entonces, el desconocido se marchó. Yo me quedé un buen rato pensativo hasta que el Enviado dijo:
- Oh Omar ¿Sabes quién es el que preguntaba?
- Dios y su Enviado lo sabrán mejor.
- Es Gabriel: ha venido para enseñar a ustedes su propia religión".


IV. EL CREDO MUSULMAN
Todo musulmán tiene la obligación de observar los cinco preceptos (conocidos como columnas) que se mencionan en el anterior hadith. Es una deuda (dain) para con Dios.

1a. La proclamación de fe monoteísta (sahada) es un testimonio público que significa estar adherido a la comunidad musulmana. Para el que la pronuncia, la sahada oculta sus pecados. Es la "llave del Paraíso", por eso el musulmán continuamente "da testimonio" levantando el dedo índice hacia el cielo. Se proclama que Dios es Dios y Mahoma es su profeta.

2a. La salat es la práctica de las cinco plegarias rituales de cada día. Es un ejercicio espiritual a la vez que físico donde el creyente se entrega a Dios en cuerpo y alma en actitud de adoración. Postrándose en dirección a La Meca, repite una sura del Corán ( ). [-Dios es grande. -Dios el poderoso y perfecto sea alabado. -Dios oye a sus servidores que lo alaban. -Las acciones de gracias y las oraciones son de Dios. -Que la salvación sea con nosotros y con los buenos servidores de Dios].

3a. Cumplir con el ayuno anual en el Syam Ramdam (o mes de Ramadán). El noveno mes del año lunar musulmán es un tiempo sagrado. No se puede comer, ni beber, ni fumar, ni tener relaciones sexuales entre la salida y el ocaso del sol. En los países del Islam tradicional durante el día cierran los cafés y restaurantes, abundan las exhortaciones por radio y TV al valor y la fidelidad. “Es un tiempo importante para transmitir a los niños la religión”, para la unión con Dios y participación en la vida de los pobres.

4a. Peregrinación a La Meca, la ciudad primera ciudad santa del Islam. No es una acto de devoción, individual y aleatorio, sino un culto esencial al que asisten anualmente un millón de musulmanes de todo el mundo y debe realizarse por lo menos una vez en la vida. El sentido es obtener de Dios el perdón de las faltas, ser completamente purificado ( ).

5a. El azaque o pago del impuesto para el pobre, significa que Dios solo es el propietario de todos los bienes. El hombre sólo es su depositario. "En la muerte, uno no se llevará nada, solamente lo que se habrá dado a los pobres".


V. LEGISLACION
Toda la ley del Islam está en el Corán y éste abarca toda la vida del hombre. Como en la Biblia, habla de las relaciones con Dios, del culto, pero también de higiene, urbanidad, educación, moral individual, vida social y política. Todo es rito, todo está en la esfera de Dios. Al extenderse el Islam, no sólo se referían al Corán, sino a la forma de actuar del profeta (sunna). Esta conducta modelo pasó a ser la de todos los musulmanes.

El Islam es una manera de vivir en sociedad, regulada por ciertos principios del Corán y de la sunna. Fe y legislación son inseparables, “porque los que no aplican la jurisdicción revelada por Dios, son negadores, rebeldes,, desviados”. Esta jurisdicción revelada es la sari’a o shariat, nombre que significa: el camino (nombre por cierto sugerente en las religiones y la política).

Dada la implicancia política, hay que subrayar que según el Corán, “el poder pertenece sólo a Dios”, afirmación que representa la base del estado teocrático.
También la sari’a incluye principios que rigen la propiedad, la justicia y la familia.


VI. SUMNITAS Y CHIITAS
Son dos corrientes del Islam. No existe una diversidad radical entre ambas, pero debe conocerse para la interpretación correcta del fenómeno islámico en la actualidad. La división surgió con motivo de la sucesión a la muerte de Mahoma. La primera generación de musulmanes tuvo que resolver el problema planteado con el martirio de Alí y de Hussein, hijo y nieto de Mahoma. Recuerda la fusión de lo religioso y lo profano en el Islam. Todo ello hizo que para los musulmanes la sucesión fuera tanto un problema religioso como político. Las soluciones fueron:

Los sumnitas consideran que nadie puede suceder a Mahoma , el último de los profetas: Recurren entonces al consenso de la comunidad. Unicamente reconocen como “guardián” del legado profético al califa.

Los chiitas consideran que Mahoma pensó en una dirección de la comunidad y nombró sucesor suyo al Imán. el primer imán fue Alí. Esta es la institución que quedaría para el Corán.

Hay una desproporción grande entre el número de integrantes de una y otra corriente: los sumnitas representan el 90% de los musulmanes, frente a los chiitas que engloban el 10%.


VII. TEXTOS DEL CORAN

- “Alabado sea Dios, soberano de los mundos. compasivo y misericordioso. Juez soberano del día del juicio. Te adoramos, Señor, e imploramos tu ayuda. Dirige nuestros pasos por el sendero de la verdad”.

- “Entrégate a la oración desde el momento que empieza a declinar el sol, hasta que haya entrado la oscuridad de la noche; y a la lección del Corán en la aurora; porque la lección del Corán en la aurora está asistida de testigos, que son los ángeles. Y en la noche dedica algún tiempo a la lectura del Corán; puede ser que en esta lección te manifieste tu Señor la visión de restituirte a la vida en el día de la resurrección y de colocarte en el lugar glorioso”.

- “¡Oh creyente! Está escrito que serán sometidos al ayuno como lo fueron sus padres, a fin de que teman al Señor. Los días de ayuno son contados, y el que estuviere enfermo o en viaje ayunará después igual número de días (...) El ayuno será meritorio en los que conozcan la ley. el mes de Ramadán en el cual el Corán ha descendido del cielo para ser el guía, la luz de los hombres, y la regla de sus deberes, es el tiempo destinado a la abstinencia”.

- “Aquellos que empleen sus riquezas en ser agradables a Dios y que sean constantes en la práctica de las virtudes, serán como un jardín emplazado en lo alto de una colina: una lluvia favorable refrescará la tierra y hará crecer sus producciones en abundancia. Dios ve todas nuestras acciones.

¡Oh creyentes! Hagan limosnas de los bienes que hayan adquirido y de las producciones que hemos hecho surgir de la tierra; no escojan aquello que tienen de peor, para dar”.

- “Anuncia a los pueblos la peregrinación sagrada. Que vengan de las comarcas más lejanas a cumplirla, ya a pie, ya cabalgando sobre camellos”.


2. ¿PREDICA EL CORÁN EL ODIO Y LA VIOLENCIA?

I. Said Al-Ashmawy, Ex presidente del Supremo Tribunal de Egipto.

1. Unas horas después de la explosión de la bomba que sacudió la ciudad de Oklahoma el 19 de abril de 1995, observé horrorizado, desde mi apartamento en El Cairo, Egipto, las escenas de carnicería que se trasmitieron por televisión. También escuché a los locutores expresar la opinión generalizada de que los causantes del atentado eran terroristas musulmanes.

Me dolió profundamente darme cuenta de lo arraigada que está en el mundo la creencia de que el Islam es una religión de asesinos comprometidos en una guerra contra el resto de la humanidad. Con todo, no me causó sorpresa.

En la ciudad de Nueva York, un jurado declaró a unos militantes islamitas culpables de hacer estallar una bomba en el Centro Mundial de Comercio; otros son sospechosos de una supuesta conspiración en Filipinas para a asesinar al papa Juan Pablo II. En Londres, París, Berlín y otras ciudades europeas se ha asesinado a refugiados de la dictadura musulmana iraní por el mero hecho de oponerse al gobierno, y en todo el Oriente Medio, los extremistas mahometanos constituyen un peligro para los esfuerzos por alcanzar la paz con Israel.

En las calles de El Cairo he podido presenciar manifestaciones de un creciente fanatismo. Casi a diario surgen criminales armados que llaman a entablar una “guerra santa” contra quienes disienten de ellos. Cada vez son más los jóvenes que usan barba y túnica como insignias políticas, y los predicadores militantes proclaman que las mujeres que no se cubren con velo le “están haciendo la guerra a Dios”.

Sin embargo, este Islam de intolerancia y violencia no es la religión de mi padre ni de mi abuelo. Tampoco es la que inspira a 1000 millones de personas de todo el mundo a orar, ayunar, socorrer a los pobres e ir en peregrinación a La Meca. El Islam que yo profeso es una religión de tolerancia y hermandad.

El Corán, libro sagrado de los musulmanes, no menciona una sino dos veces que “los judíos, los cristianos y todo aquel que cree en Dios... y obra con justicia no tendrá nada que temer ni lamentar”.

Hoy día los extremistas atraen adeptos de entre la población inculta y los desempleados predicando un retorno a los valores religiosos de antaño. Sin embargo, esos hombres han tergiversado la naturaleza y las enseñanzas del Islam y engañado a sus prosélitos y al mundo no musulmán. La doctrina que pregonan es una argucia para encubrir sus intereses políticos y su ambición de poder; se trata de una ideología más afín al fascismo y al marxismo que a la fe islámica.

2. Los musulmanes creen que hace unos 1400 años Dios, o Alá, reveló un nuevo dogma espiritual a un comerciante de clase media conocido hoy como el profeta Mahoma. La esencia de ese credo, que se materializó posteriormente en los preceptos del Corán, era subrayar el poder y la bondad de un Dios único.

Tras la muerte del Profeta, los eruditos musulmanes interpretaron y ampliaron sus enseñanzas a fin de establecer principios que rigieran a la sociedad. Tenemos así que noventa por ciento de la Sharia -la ley islámica- es una jurisprudencia convencional instituida por hombes comunes y corrientes. Muchos de los “principios eternos” cuya estricta observancia reclaman los fanáticos eran en realidad disposiciones temporales relacionadas con ciertas situaciones concretas a las que tuvieron que enfrentarse el Profeta y sus seguidores en el siglo VII.

Por ejemplo, los militantes instan a las mujeres a ponerse el hiyah, o velo árabe, cuando salen a la calle. En Argelia se ha llegado incluso a asesinar a colegialas por no cubrirse la cabeza con pañoleta, pero en ningún lugar del Corán se establece que las creyentes deban usar ese sofocante atuendo que las envuelve de pies a cabeza. En los tiempos del Profeta, muchas mujeres andaban con los pechos desnudos; lo que en realidad disponía el Corán era que debían vestirse más recatadamente, cubriéndose los senos con un lienzo.

Lo que el Islam siempre ha procurado -si bien con lentitud- es adaptarse a los cambios que impone el tiempo. Por ejemplo, aunque el Corán aprueba en forma explícita la esclavitud, son pocos los musulmanes que la considerarían aceptable en el presente.

Los militantes actuales añoran un “Estado islámico ideal” que suponen existió en los primeros años de la era musulmana. Pero en aquel tiempo no existía ninguna forma de gobierno tal como las conocemos hoy. Mahoma nunca tuvo un gabinete de ministros, ni administró un presupuesto, ni instituyó una fuerza policiaca. En ninguna parte del Corán se establecen reglas para ningún sistema específico de gobierno.

Con una población mundial de casi 1500 millones de fieles, la comunidad musulmana de nuestros días dista mucho de ser la aguerrida secta rodeada de enemigos que era en lo días del Profeta. Con todo, los extremistas modernos consideran que el mundo está dividido e una supuesta “zona de paz”, donde la mayoría musulmana vive regida por la rigurosa observancia de la Sharia, y una “zona de guerra”, que abarca el resto del orbe, incluidas las sociedades musulmanas cuyos dirigentes no están de acuerdo con ellos, como en el caso de Egipto, Túnez y Turquía.

Los más recalcitrantes, como los militantes del movimiento palestino Hamas, que mantiene una lucha armada contra Israel justifican el terrorismo citando el capítulo octavo del Corán: “No dejes que los infieles podrían escapa alguna vez... Lanza contra ellos todos los hombres y las cargas de caballería que tengas a la mano, para que siembres el terror entre los enemigos de Dios y tus adversarios...”

El llamado a las amas del Corán, o yihad (guerra santa), se relaciona en realidad con n episodio específico, cuando Mahoma se alistaba para atacar a sus enemigos desde La Meca. Nunca se pretendió que fuera un mandato de guerra permanente contra el resto del mundo. El Corán, de hecho, proclama que “Dios no ama a los agresores”. Y también contiene el siguiente dictado: “No permitas que el odio a otros hombres te aparte de la justicia. Obra con rectitud, pues así estarás más cerca de la auténtica piedad”.

Los predicadores demagogos han desvirtuado el sentido del yihad al insistir en que significa literalmente hacer la guerra a los presuntos “infieles”. Sin embargo, el Profeta hizo una distinción entre el “yihad menor” -atacar, por ejemplo, a los enemigos refugiados en La Meca- y el “yihad mayor”, al que entendía no como un combate físico, sino como la lucha para alcanzar la perfección y volverse una persona más íntegra y pura.

Los extremistas califican de “infieles” a todas las personas que no profesan el Islam, y les niegan el derecho de participar en actividades políticas. Como prueba de que el Profeta deseaba que musulmanes y no musulmanes se mantuvieran apartados, citan el siguiente versículo del Corán: “Creyentes, no tomen por amigos ni a judíos ni a cristianos, pues no reconocen más amigos que a ellos mismos. Quienquiera de ustedes que busque su amistad se volverá uno más entre sus huestes. Dios no guía a los malhechores”.

Pero esas palabras se pronunciaron en un tiempo en que un seguidor de Mahoma apoyaba a las tribus judías que estaban en guerra con los musulmanes; por lo mismo, cabe suponer que se referían a una situación particular y no a un hecho general. En todo caso, son invalidadas por muchos otros versículos en que el Corán expresa un profundo respeto a los miembros de otras religiones, como el siguiente: “Dios es nuestro Señor y el de ustedes. Nosotros tenemos nuestras obras y ustedes tienen las suyas... Al final todos regresaremos a Él”.

En otro sitio el Corán declara explícitamente que podemos compartir el alimento con los “pueblos del Libro”, o sea cristianos y judíos, y hasta unirnos a ellos en matrimonio. Afirmar, como hacen los extremistas, que el Profeta deseaba que los musulmanes se abstuvieran incluso de hacer amistad con otros pueblos y religiones constituye una tergiversación del mensaje de hermandad del Corán.

3. Hoy se está entablando una encarnizada lucha por conquistar el corazón y la mente de los musulmanes, con enorme repercusión para la paz mundial. Es una pugna entre los que conciben el Islam como una doctrina basada en la justicia, el humanismo y la compasión y los que predican el odio y la violencia; entre los que anhelan ver a nuestras naciones prosperar en el mundo democrático moderno y los que quieren hacernos retrocede a la Edad Media.

Al igual que los totalitaristas de todo el globo, los fanáticos musulmanes exhortan a sus seguidores a aborrecer al “enemigo” y defender un sistema dictatorial regido por una facción privilegiada. Las elecciones, señalan, no son un fin en sí mismas, sino un medio para ganar el poder. “La democracia es un veneno mortal cuyo fundamento es la impiedad”, ha declarado Alí Benhay, uno de los cabecillas del Frente de Salvación Islamita, de Argelia.

Por desgracia, muchos gobiernos del mundo islámico son débiles, corruptos y autoritarios. Has países pobres donde los déspotas de turno han suprimido la libertad de expresión y donde la tasa de analfabetismo alcanza 60 por ciento entre los hombres y 90 por ciento entre las mujeres; por eso no sorprende que los agitadores encuentren adeptos y los manipulen.

El primer paso para acabar con esa amenaza para la paz debe ser la institución de gobiernos honestos, instruidos y democráticos en el mundo islámico, de acuerdo con el precepto del Corán que insta a los musulmanes a resolver sus asuntos “por consentimiento mutuo”. Esto dará voz a las aspiraciones de los creyentes moderados que, en la mayoría de los países islamitas, no han podido expresar sus opiniones políticas.

La batalla contra el extremismo debe ser emprendida por los propios musulmanes, pero Occidente no debe dejar de apoyar a las fuerzas democráticas del mundo islámico. Y nosotros tenemos que reconocernos por lo que somos y defender nuestra fe. Como establece el capítulo 30 del Corán: “La creación de los cielos y la tierra y la diversidad de vuestras lenguas y razas son otras de las señales de dios, que las ha dirigido sin duda a toda la humanidad”.

¿Acaso no es esto una sagrada proclamación de tolerancia hacia todos los pueblos del orbe?


2. EL FUNDAMENTALISMO ISLÁMICO
César Arias Quincot

El viernes pasado, en estas mismas páginas (diario Expreso), se publicó bajo el título de “Testamento espiritual” un fragmento de las meditaciones de uno de los religiosos católicos tomados rehén y más adelante asesinado por un grupo fundamentalista islámico. En forma por demás conmovedora, esta futura víctima de los fanáticos expresa su amplitud de criterios y nos recuerda el mérito del Islam, religión y tradición cultural que no pueden ser equiparadas con la locura fundamentalista, del mismo modo que la inquisición no eliminó la grandeza del cristianismo.

Reacción ante la globalización
El mundo de hoy tiene dos grandes corrientes: de un lado aquella que viene de los grandes centros del poder mundial donde está no sólo la riqueza y el poder militar, sino, sobre todo, el conocimiento que, según Tofler, es la principal fuente de poder en el mundo de hoy. Del otro están las fuerzas que surgen de las culturas no occidentales o de aquellas regiones marginadas del gran desarrollo contemporáneo.

En el primer grupo de países y regiones se da el proceso de globalización, es decir, de integración cultural, económica, de comunicaciones instantáneas y regímenes políticos que, según Fukuyama, pertenecen a la etapa posterior al “fin de la historia”, e decir, a una concepción similar de democracia liberal basada en la división de poderes, el estado de derecho, el pluralismo y la vigencia de los derechos humanos.

Pero este proceso no unifica, por el contrario margina no sólo a quienes viven en el Tercer Mundo, sino a crecientes multitudes de personas pertenecientes a los países desarrollados: el desempleo, la disminución del gasto social, todo ello va generando marginación y rechazo. Entre las víctimas de este proceso de alzan voces de rebeldía, las banderas que se agitan y no son las del marxismo - leninismo, debido principalmente al “socialismo real”, sino las del nacionalismo chauvinista y las del fundamentalismo religioso.

En resumen, frente a una modernidad que margina, surgen movimientos arcaizantes, tradicionalistas y uno de ellos es el fundamentalismo islámico. La razón profunda es que en el Islam existe una percepción totalizadora de la vida social, visión que se vio gravemente afectada por la penetración occidental.

Para ser justo es importante saber que, a lo largo de su historia, el Islam mostró tolerancia y amplitud frente a comunidades judías y cristianas y que, durante siglos, hubo mucha más tolerancia hacia los judíos en el mundo musulmán que en el cristiano. Por último, es necesario mencionar que fueron los intelectuales islámicos los que rescataron a pensadores como Aristóteles, desconocido en Occidente hasta el siglo XIII.

Pese a ello existía en el Islam el germen del fundamentalismo: su visión integral y totalizante. No hubo en el mundo musulmán nada parecido a la diferencia cristiana entre el César y Dios. Por el contrario, el Califa era jefe religioso y político al mismo tiempo. El derecho civil y penal se inspiraba en el Corán.


El impacto de la modernización
Varias décadas antes de los 90, Arnold Toynbee decía que en el Islam había dos tipos de respuesta frente al impacto occidental. El pensador inglés los calificaba con nombres tomados de la Judea de tiempos de Cristo: “herodiano” y “zelotes”. Los primeros buscan sobrevivir adaptándose a las costumbres y cultura del dominador porque la saben superior, los segundos la rechazan en bloque, porque temen que una parte de ella podría desnaturalizar y “corromper” la totalidad de la sociedad.

Cuando la modernización se acelera y de difunden las modas occidentales, el alcohol, la emancipación de las mujeres, la presencia de discotecas, TV por cable, revistas occidentales, todo es visto como amenaza a la identidad propia. Si a ello añadimos la marginación y el desprecio occidentales por los valores islámicos, están ahí las bases para la reacción fundamentalista.

En Argelia, luego de décadas de dictadura unipartidista del FLN, se produjo una apertura política: en las primeras elecciones multipartidarias triunfaron los fundamentalistas del FIS (Frente Islámico de Salvación), el gobierno dio un autogolpe y formó un régimen semi militar que contó con el respaldo occidental. Como respuesta el FIS se dedicó al terrorismo dirigido en especial contra los occidentales y, sobre todo, contra los franceses.

En Irán gobiernan los fundamentalistas, en Líbano actúa el grupo fundamentalista Hamas; si a ello uniéramos una Argelia en manos del FIS, ello provocaría una auténtica desestabilización de toda la cuenca del Mediterráneo. Túnez y Marruecos se verían afectados inmediatamente y posiblemente Libia se asociaría al FIS en planes anti occidentales.

Enfrentare este peligro es difícil. Para ello es indispensable modificar el carácter excluyente de la globalización, adoptar una actitud más sensata y tolerante con las formas culturales no occidentales y superar aquella nueva forma de relativismo moral que amenaza los valores familiares y éticos. Si el proceso de globalización es indetenible, es muy importante despojarlo de aquellos elementos que generan la irracionalidad y los deseos arcaizantes de buscar en el pasado un ilusorio “paraíso perdido”


10. LOS 99 NOMBRES DE ALLAH
1. al Rahmán el Compasivo.
2. al Rahim el Misericordioso.
3. al Malik el Rey.
4. al QuddGs el Santo.
5. al Salám la Fuente de la Paz.
6. al Mu'min el Guardador de Seguridad.
7. al Muhaymin el Protector.
8. al `Aziz el Fuerte.
9. al Jabbár el Avasallador.
10. al Mutakabbir el Grande en Majestad.
11. al Kháliq el Creador.
12. al Bári' el Hacedor.
13. al Musawwir el Modelador.
14. al Ghaffar el Perdonador.
15. al Qahhár el Dominador.
16. al Wahháb el Dadivoso.
17. al Razzáq el Providente.
18. al Fattáh el Decisivo
19. al `Alim el Sabedor.
20. al Qábid el que retiene.
21. al Básit el Dador generoso.
22. al Kháfid el Humillador.
23. al Ráfi`el Exaltador.
24. al Mu'izz el que honra.
25. al Mudhill el que humilla. ,
26. al Sami`el que oye.
27. al Basir el que ve.
28. al Hakam el juez.
29. al `tidl el justo.
30. al Latif el Gracioso.
31. al Khabir el Informado.
32. al Halim el Clemente.
33. al `Azim el Grande sin comparación.
34. al Ghafúr el Perdonador.
35. al Shakúr el Retribuidor.
36. al `Ali el Altísimo
37. al Kabir el más Grande.
38. al Hafiz el Preservador.
39. al Ivluqit el Sustentador.
40. al Hasib el que lleva cuenta.
41. al Jalil el Majestuoso.
42. al Karim el Generoso.
43. al Raqib el que observa.
44~ al Mujib el que responde.
45. al W ási` el Liberal.
46. al Hakim el Sabio.
47. al Wadúd el Amoroso.
48. al Maj id el Glorioso.
49. al Bá'ith el Resucitador.
50. al Sahid el Testigo.
51 . al Haqq el Real.
52. al Wakil el Fidedigno.
53. al Qawi el Fuerte.
54. al Matin el Firme.
55. al Wali el Patrón.
56. al Hamid el Digno de alabanza.
57. al Muhsi el Omnisciente.
58. al Mubdi el Originador.
59. al Mu'id el que devuelve la vida.
60. al Muhyi el Dador de la vida.
61. al Mumit el Dador de la muerte.
62. al Hayy el Viviente.
63. al Qayyúm el Eterno.
64. al Wájid el Autosuficiente.
65. al Májid el Grande.
66. al Wáhid el Uno.
67. al Ahad el Unico.
68. al Samad el que recibe reparación de los hombres.
69. al Qádir el Poderoso.
70. al Muqtadir el que prevalece.
71. al Muqaddim el que impulsa.
72. al Mu'akhkhir el que retrae.
73. al Awwal el Primero.
74. al flkhir el Ultimo.
75. al Záhir el Exterior.
76. al Bátin el Interior.
77. al Wáli el Gobernador.
78. al Muta'áli el Sublime.
79. al Barr el Benefactor generoso.
80. al Tawwáb el que acepta el arrepentimiento.
81. al Muntaqim el Vengador.
82. al `Afúw el Perdonador.
83. al Ra'úf el Tierno.
84. Málik al Mulk el Gobernador del Reino.
85. Dhul Jalál wal Ikrám el Señor de Majestad y Esplendor.
86. al Muqsit el Equitativo.
87. al Jámi` el que recoge.
88. al Ghani el Independiente.
89. al Mughni el Enriquecedor.90. al Máni` el que priva.
91. al Dárr el que hiere.
92. al Náfi` el Benefactor.
93. al Núr la Luz.
94. al Hádi el Guía.
95. al Badi` la Causa Primera (o el Incompa¬rable).
96. al Báqi el Permanente.
97. al Wárith el Heredero.
98. al Rashid el Rector.
99. al Sabúr el Paciente

La anterior lista responde a una tradición que se hace remontar a Abú Hurayra, transmitida por Tirmidhí. Hay otras listas con ligeras variantes, pero la que damos aquí suele aceptarse generalmente. Cuando se eleva una súplica a Dios es costumbre utilizar el nombre que más de acuerdo va con la petición. Algunas listas omiten el número 67 (al Ahad) ; en este caso suele ponerse al comienzo de la lista el nombre de Állah, pero también es posible que aparezca al Mu'ti (el Dador) a continuación del número 89 (al Mughni), cuando se omite al Ahad. (J.R.)

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