martes, 1 de diciembre de 2009

09 LA HISTORIA DE JESÚS DE NAZARET
José Ramón Busto Saiz, S.J.


1. ¿Qué sabemos de Jesús de Nazaret?

Los elementos de la historia de Jesús presentados a continuación son aquellos en que estamos de acuerdo no sólo los creyentes, sino el conjunto de estudiosos que han trabajado su biografía. Es una síntesis minimalista, pero orientadora para la reflexión histórica.

1.1. El primer dato de la vida de Jesús de Nazaret es que nace en Belén o en Nazaret. El tema puede discutirse. Nace probablemente el año 6 de la era precristiana (antes de Cristo). Puede se que no fuera el año 6, pero no nació el año cero (754 de la fundación de Roma, como fijó el monje escita Dionisio el exiguo) , porque Herodes el Grande murió el año 4 antes de Cristo. Hoy todos sabemos la fecha exacta de nuestro nacimiento, cosa que no ocurría en la antigüedad. En el mundo antiguo casi nadie sabía la fecha de su nacimiento, porque no importaba. Por consiguiente, probablemente Jesús tampoco lo conocía. Hijo de María, nació de ella de forma extraña. Los evangelios dirán que fue un nacimiento virginal..

1.2. El segundo dato de la vida de Jesús es haber sido discípulo de Juan el Bautista. Probablemente vivió una larga época de discipulado con Juan en torno a Qumran, el mar muerto y el río Jordán El hecho de que Juan bautice a Jesús nos da a entender que éste fue discípulo suyo, porque el maestro bautiza a sus discípulos. En este período de tiempo con Juan, Jesús fue descubriendo su propia vocación. Es decir, Jesús no sabía de su futuro más de lo que nosotros sabemos del nuestro. Si lo hubiera sabido, no hubiera sido hombre en todo igual a nosotros menos en el pecado (cf. Hebr. 4,15). Jesús fue hombre, por tanto, no sabía lo que le iba a pasar mañana. O lo sabía igual que nosotros cuando tenemos una previsión futura de las cosas que nos van a ocurrir o que vamos a hacer. Jesús empieza a descubrir y responder a las preguntas de toda vocación: ¿quién soy yo?, ¿qué voy a hacer con mi vida?, ¿qué quiere Dios de mí? Es aquí, a la hora de responder estas preguntas, donde Jesús se va a separar de Juan. Como a la larga ocurre con la mayor parte de los discípulos, sea quien sea el maestro, Jesús también deja de identificarse con el suyo, reacciona frente a él y acaba separándose. Jesús no predicará lo mismo que Juan Bautista.

1.3. El tercer dato es la predicación de Jesús: el Reino de Dios es inminente. Juan Bautista predicaba: “la ira de Dios está cerca” (cf. Mt. 3,1-12). Jesús se separa de Juan, se independiza, y predica algo distinto: “el Reino de Dios está apunto de llegar”. Algunos de los discípulos de Juan se unen a Jesús, y éste comienza su predicación por su región, en torno a Cafarnaum, ciudad importante como centro comercial de pesca junto al lago de Galilea. Hoy estamos a años luz de la concepción que la teología liberal tenía de Jesús como un maestro de vida moral. Jesús no predicó un código de virtudes que tengamos que ejercitar. Jesús sólo predicó que la llegada del Reino de Dios era inminente: No desaparecerá esta generación sin que todo esto suceda” (Mt. 24, 34).


2. El mensaje de Jesús: el Reino de Dios

El Reino de Dios es Dios mismo; Dios mismo desde un punto de vista concreto: el de su actuación en este mundo y en esta historia nuestra. La cuestión planteada a los contemporáneos de Jesús, especialmente a los imbuidos de la mentalidad apocalíptica, es si Dios actúa en este mundo y en esta historia o no; y si actúa, cuándo lo hace o lo va a hacer y bajo qué condiciones.

Jesús predica que la llegada del Reino es inminente. Esto quiere decir que la esperada actuación de Dios en este mundo comienza ya, que ya se nota su presencia.

Jesús nunca describe el Reino de Dios. No dice qué es, ni qué significa esa actuación de Dios en el mundo. Por una razón sencilla: todo ello está descrito con suficiente claridad en el Antiguo Testamento. Algo que con frecuencia se oye decir,, hasta en la predicación (que el Dios del Antiguo Testamento es un Dios del castigo, del temor y de la Ley, y que el Dios del Nuevo Testamento es un Dios del amor y del perdón. El primero que lo sostuvo, Marción, es quizá el primer hereje de importancia en la historia de la Iglesia. El Dios del Antiguo Testamento es el mismo Dios del perdón y del amor, sino que este Dios del perdón y del amor del Antiguo Testamento empieza a actuar “desde ya”. Que ese Dios está cerca.

Ahora bien, ese Reino de Dios tiene unas características concretas. Creo que tres son las principales. La primera es que el Reino de Dios está vinculado a la persona de Jesús. De aquí va a surgir un punto de conflicto en la vida de Jesús. La pertenencia al Reino de Dios, es decir, el dejar que Dios actúe sobre uno, se vincula a la aceptación de esta predicación que Jesús hace Fijémonos con qué frecuencia aparece en el evangelio la siguiente pregunta de los judíos a Jesús: “Tú, ¿con qué autoridad haces eso?” (Mt. 21, 23-27). Tenemos aquí recogida una realidad histórica sufrida por Jesús, ya que está atestiguada en todos los escritos: la actitud de los judíos que piden a Jesús una prueba que legitime su mensaje como procedente de Dios.
Frente a esa actitud de los judíos está la vivencia de filiación respecto a Dios por parte de Jesús. (Es ésta una pregunta que todo el mundo hace, en cuanto se inicia en el estudio de la persona de Jesús, y que ahora no voy a tratar: ¿sabía Jesús que era Dios? Podemos decir que Jesús sabía que era Hijo de Dios. El hombre Jesús va adquiriendo a lo largo de su vida, cada vez más clara, una conciencia de su relación con Dios, que es una relación de filiación peculiar e irrepetible). En el fondo, ¿por qué sabe Jesús que el Reino de Dios está cerca? Lo sabe porque lo experimenta en su oración, en su relación con Dios. (...)

La segunda característica es que Jesús subraya especialmente un aspecto: que el Reino de Dios llega para todos y llega gratuitamente. Eso, en parte, está ya en el Antiguo Testamento. La novedad de Jesús consiste en que hace una interpretación sesgada del Antiguo Testamento, mientras que otros (por ejemplo, los fariseos y saduceos) lo interpretan también sesgadamente, pero en otra dirección. La idea de Jesús es que Dios nos quiere independientemente de cuál sea nuestra actuación. Eso es lo que significa que Dios es nuestro Padre, que es amor incondicionado. De lo cual no se puede deducir que dé lo mismo cuál sea nuestro comportamiento. Al revés: precisamente porque Dios nos quiere sin condiciones -es decir, también independientemente de lo que hagamos-, es por lo que nosotros nos sentimos apremiados a corresponder con todas nuestras fuerzas al amor incondicionado de Dios.

La tercera característica, consecuencia de la anterior, es que los primeros destinatarios del Reino de Dios, según Jesús, son los pobres. Por “pobres” hay que entender, primero, aquellos a quienes todo el mundo lama pobres, es decir, los que no tienen dinero, los que no tienen para comer, los pobres. ¿Por qué son los primeros? Porque, en la concepción veterotestamentaria, la riqueza es una bendición de Dios, quien es pobre no posee esa bendición. Jesús, en contra de la concepción dominante, afirma que la bendición de Dios, su Reino, esa actuación de Dios que ya está llegando, viene preferencialmente para todos aquellos que parecen estar dejados de su mano.

Pobres son también los enfermos, que en la concepción judía contemporánea no tienen la bendición de Dios. Precisamente por eso están enfermos. Si Dios los quisiera, estarían sanos. Pobres son los marginados de la sociedad, término correlativo al concepto de cumplimiento de la ley. Téngase en cuenta que con mucha frecuencia el pobre está realmente impedido de ser buen cumplidor de la ley, aunque sólo sea por la imposibilidad, por razones económicas, de procurarse todo lo necesario para ofrecer los sacrificios prescritos en la Ley. El hombre que cumple la Ley es el hombre integrado en la sociedad judía; por tanto, el que no cumple la Ley es el desintegrado, el marginado. Pobre es el huérfano menor de doce años, la viuda sin hijos; ambos carecen de “personalidad jurídica”, no pueden ir a un tribunal a reclamar una tierra como suya. Pobres son las prostitutas. Estas, por definición, no cumplen la ley, son mujeres sin marido ni hijos que las representen; son el ejemplo eximio dela marginación. Pobres son los publicanos. Publicano es el que está en el “telonio”. Ahora bien, “telonio” es un término que significa tienda (carpa), con el que los textos lo mismo se pueden referir a la tienda de recaudación de impuestos para los romanos como a la taquilla donde se cobra la entrada en una casa de prostitución. Así pues, los publicanos a lo mejor no son los recaudadores de impuestos, sino los lenones. Fijémonos en cuán frecuentemente aparecen citados juntos en el evangelio los publicanos y las prostitutas.

Una de las parábolas más típicas de las empleadas por Jesús para referirse al Reino es la parábola de los invitados al banquete de bodas (Lc. 14, 15-24; Mt. 22, 2-10). Las parábolas del banquete constituyen una categoría exegética. Todas empiezan: “el Reino de Dios se parece a...”; incluso, quizá alguna de ellas la pronunció Jesús durante alguna de sus comidas con los pobres y marginados. Pues bien, según la mencionada parábola, hay algunos comensales que están invitados por su propio derecho: el pueblo judío, teóricamente cumplidor de la ley. Pero estos invitados no quieren ir al banquete, es decir, rechazan el don gratuito del amor de Dios que es el Reino. Entonces el rey manda salir a los caminos para invitar a todos, tanto a los buenos como a los malos. Todos están llamados ahora al Reino, a disfrutar del amor gratuito e incondicional de Dios. También todos los que no cumplen la ley y todos los que parecía que estaban dejados de la mano de Dios: pobres, prostitutas, pecadores, publicanos, enfermos, hasta los paganos. Todos, todos.


3. La muerte de Jesús: aproximación histórica

Todos conocen los relatos de la expulsión de los mercaderes del templo. Lo tenemos narrado en los cuatro evangelios: Mateo 21, Marcos 11, Lucas 19 y Juan 2. Salta a la vista que mientras que Juan lo coloca al principio, los otros evangelistas lo hacen al final. ¿Ocurrió al principio o al final de la vida de Jesús? Ciertamente, al final. Ciertamente también se nos informa que esa acción de Jesús fue la causa por la que los judíos empezaron a buscar una ocasión para matarlo.

La acusación que se esgrime contra Jesús (Marcos y Mateo) es: “Se presentaron dos testigos falsos que decían `hemos oído que éste dijo: voy a destruir el templo y en tres días lo reedificaré´”. Por tanto, según esos dos evangelistas, la acusación ante Caifás es precisamente la de haber amenazado con destruir el templo.

En los evangelios de Marcos y Mateo, la bula de los judíos en la cruz se formula diciendo: “éste, que ha dicho que podía destruir el templo y reedificarlo en tres días, a sí mismo no puede salvarse”.

Además, en los evangelios de Marcos y de Mateo, y dos veces en el de Lucas, aparece una profecía de Jesús que tiene lugar al subir a Jerusalén Jerusalén está a unos 800 m.s.n.m., asentada en una colina. Desde las colinas de enfrente, los discípulos dicen a Jesús: “mira qué hermosura de templo tenemos...; y Jesús contesta: ¿ven todas esas maravillas?; no quedará piedra sobre piedra (Lc. 19, 44; 21,6 y par.). Hay que tener en cuenta que esto que dice Jesús es una profecía. No es una adivinación. Cuando jugamos la tinka, ponemos lo que creemos que va a pasar, sin que nos comprometa vitalmente. Cuando Jesús dice que no va a quedar piedra sobre piedra, está lanzando una maldición contra el templo. Además, para los judíos, la presencia de Yavé en el templo de Jerusalén es, por decirlo de alguna manera, como el segundo dogma de su religión. El primero es que Dios sólo hay uno. El segundo es que ese único Dios vive allí. Decir que el templo va a ser destruido quiere decir que la casa de Dios va a ser destruida o, dicho de otra manera, que Dios va a dejar de vivir allí. Y, por tanto, Jesús está atacando una verdad fundamental de la religión judía.

Si leemos los Hechos (6,14), al plantearse el proceso del primer mártir cristiano, Esteban, es acusado de haber dicho que Jesús, a quien acababan de crucificar pocos años antes, volvería para destruir el templo, lo que estaban esperando los cristianos. Evidentemente, la profecía de Jesús no se había cumplido todavía.

Un último texto: en el capítulo 21 del Apocalipsis, cuando se describe la Jerusalén celestial, la nueva ciudad, dice: “Ven, te voy a enseñar a la novia, a la esposa del cordero; le mostró la ciudad santa de Jerusalén que bajaba del cielo junto a Dios vestida como una novia”; va describiendo la ciudad, y añade: “y no vi santuario” (Apoc.21,22). Así pues, en la nueva Jerusalén no habrá templo.

En resumen: a lo largo del Nuevo Testamento, tenemos muy atestiguada la unión de estas tres palabras: Jesús - templo - destrucción. De acuerdo con los criterios de historicidad, hay que mantener que Jesús tuvo algo que ver con la idea de la destrucción del templo.

Pero ¿qué hizo Jesús en el templo? En el templo hay un patio. En ese patio se venden palomas y ovejas, animales para el culto. También se cambia dinero. El dinero impuro de los peregrinos que vienen de todo el Mediterráneo es cambiado por dinero puro de su tierra para hacer ofrendas en el templo.

El patio en torno al templo (atrio de los gentiles), está abierto a todo el mundo. Después viene el atrio de las mujeres, donde sólo pueden entrar las mujeres judías. Luego está el atrio de los israelitas, donde pueden entrar los varones israelitas mayores de doce años y, en principio, sin defecto físico y sin impureza. ¿Por qué? Quien es ciego, evidentemente no tiene la bendición de Dios, ¿cómo va a ser digno de presentar la ofrenda? Después viene el atrio de los sacerdotes, y por último el “Sancta Sanctorum”, o Santísimo, donde sólo puede entrar una vez al año el Sumo Sacerdote, en la fiesta de la Expiación.

Cuando Jesús entra en el templo, derriba las mesas de los cambistas y expulsa a los vendedores de palomas y de ovejas, lo que hace es impedir el funcionamiento del sistema cultual judío. Macos dice: “Volcó las mesas de los cambistas y los puestos de los vendedores de palomas y no permitía que nadie transportase cosas por el templo... y al atardecer se marchó fuera de la ciudad”. Lo que Jesús hace es un gesto profético con el cual viene a pronunciarse así: este sistema cultual no es el sistema cultual que Dios quiere y, por lo tanto, no pueden seguir ofreciendo a Dios sacrificios de esta manera.

Los evangelistas interpretan lo que Jesús hace, según los textos del Antiguo Testamento: “Mi casa será casa de oración para todos los pueblos (Is. 56,7); “pero ustedes la han convertido en casa de bandidos” ( Jer. 7,11). Lo más probable es que Jesús no dijera ninguna frase ni citara la Biblia: nadie arrea ovejas citando textos bíblicos (y menos en una extensión de miles de metros cuadrados). Juan cita el Salmo 69,9-10 y Zac. 14,21 libremente.

En estas citas está el nudo de la cuestión. Leer el contexto de Isaías (56,1-7) y Jeremías (7,1-11) nos traen la imagen del Reino de Dios: cuando lleguen los tiempos mesiánicos, los extranjeros y los eunucos podrán ofrecer sacrificios en la casa de Yavé; el verdadero culto a Dios exige que no haya distinción entre judíos ni extranjeros, hombres ni mujeres, entre sanos ni no sanos, es decir entre gente que se supone tiene la bendición de Yavé y gente que no la tiene. Lo que no se puede hacer es haber convertido el templo en cueva de bandidos. Los bandidos no son vendedores ni cambistas, sino los que van a rezar al templo porque así tranquilizan su conciencia después de haber matado, adulterado y oprimido al pobre antes de entrar allí.


(Texto modificado de: Cristología para empezar. Ed. Sal Terrae. Santander)
CRONOGRAMA POSIBLE DE LA VIDA DE JESUS

En base a los datos de los historiadores, sobre los que hay acuerdos básicos de aceptación, podemos establecer el siguiente cuadro. Conviene elaborar una línea de tiempo y tener en cuenta que las estaciones en Palestina son inversas a las nuestras, como corresponde al hemisferio norte:

Fecha aproximada: Acontecimiento:
Año 6 o 5 antes de nuestra era (AC) Jesús nace en Belén o Nazaret
(en tiempo de Herodes el Grande).

....................... [VIDA OCULTA]

Otoño del año 27 Predicación de Juan el Bautista
Invierno del año 28 Bautismo de Jesús
Primavera - Abril del año 28 Pascua en Jerusalén
Verano del año 28 En Samaría
Otoño
Invierno
Primavera del año 29
(Cerca de la Pascua) Multiplicación de los panes
Verano
Otoño - Septiembre del año 29 Jesús en Jerusalén en la fiesta de las Tiendas (carpas)
Invierno
Primavera - Abril del año 30 Ultima cena
7 de abril del año 30 Jesús muere el viernes 14 del mes de Nisán
9 de abril del año 30 RESURRECCIÓN


Las estaciones en Palestina

Meses Referencia (hemisferio sur) Palestina (hemisferio norte)
Septiembre – Diciembre Primavera Otoño
Diciembre – Marzo Verano Invierno
Marzo – Junio Otoño Primavera
Junio – Septiembre Invierno Verano


Los meses judíos del calendario judío son de 28 días, por corresponder al calendario lunar.

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